miércoles, 28 de diciembre de 2011

Anécdotas literarias


Las penas de amor

En otra ocasión, siempre Arguedas, Martín Adán, Sebastián Salazar Bondy, y en el auto de Juan Mejía Baca, repararon que una señora joven y hermosa, llevaba puesto un vestido negro, de tubo, y caminaba cimbreándose por la plaza Chiclayo. Era una prima de Juan Mejía. El editor contó que su prima había enviudado por tres veces. La última vez de un aviador.
Seducidos por la figura de la dama, rijosos, le pidieron al amigo librero volver con el auto para observarla otra vez. José María, al verla de nuevo, no contuvo la emoción y comentó:
—¡Qué linda tu primita, Juan! —y luego le pide una vuelta más.
Y otra vez la exclamación…
—¡Linda la viudita, Juan! —repetía sin dejar de alabar el trasero de la joven de luto.
Y una vuelta más y otra más ¡qué linda la viudita, Juan!
Martín Adán, cansado de escucharlo y cansado también de las vueltas, rompe su silencio y lo desafía:
—Si tanto te gusta la viudita, baja pues, y éntrale.
El escritor lo miró, hosco, casi con pánico.
―Estás cojudo… en ese culo penan.

(Próximamente, en este mismo blog, más anécdotas de: ESCRIBANO, Pedro (2009), Rostros de memoria. Visiones y versiones sobre escritores peruanos, Fondo Editorial de la Universidad de Ciencias y Humanidades, Lima.)

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