Muchos nos preguntamos, si realmente las guerras que matan a muchos hermanos tienen su origen en mentes cerradas y corazones duros, ¿Qué tienen que ver los inocentes que pelean, sin saber si realmente vale la pena los actos heroicos a que son sometidos y todo porque a los gobernantes se les ocurre enfrentar naciones enteras para obtener beneficios propios?.
La
verdadera razón está en la expresión externa de lo que pasa en
nuestra conciencia interior, por lo que la primera guerra es con
nosotros mismos, la guerra es la falta de amor, es la ausencia de esa
fuerza viva integradora, coherente, sensible y afectiva que mora en
cada uno de nuestros corazones.
Es
ignorancia no saber que el amor hacia los demás es parte de nuestra
humanidad viva, es dejar sentir a cada uno dentro de uno. La guerra
interior tiene armas tanto o más letales que los misiles, sus armas
son el odio, el orgullo, los celos, el rencor, el resentimiento, la
envidia, el egoísmo, etc.; cual infernal maquinaria de donde nace
toda la violencia, que es nuestro mundo afectivo interior que luego
se refleja en nuestras relaciones con los demás.
El
enemigo no es tu hermano a quien tienes que matar eres tú mismo con
el que tienes que luchar. Muertos no solo son los caídos en acción
en los frentes de batalla, muertos son los indiferentes que son
ajenos al dolor y al sufrimiento, aquellos que se lavan las manos y
solo se dedican a criticar, echando la culpa a otros de sus propios
fracasos y creen que la guerra no es con uno, sino con los demás,
por lo que para estar en paz deben ganar su propia guerra, dejando
aflorar sus sentimientos nobles.
Heridos
no son los miles de civiles alcanzados por las bombas y los misiles,
heridos estamos nosotros los que hemos perdido la integridad y la
cualidad de ser humanos la cual aún estamos a tiempo de recuperar,
si nos lo proponemos.
Refugiado
no es aquel que pierde su hogar, o aquel que vaga de país en país
sin rumbo fijo, refugiado es aquel que pierde sus virtudes, los
valores, la autoestima y la ética humana, por lo que la verdadera
batalla no está en un país lejano está en nosotros mismos, en
nuestro hogar, en el trabajo, en la ciudad, en nuestra nación, por
lo que traficante no es aquel que vende armas es aquel que vende su
conciencia, su inocencia, su integridad y su humildad al mejor
postor.
Si
tomamos en cuenta todo lo anteriormente manifestado llegaremos a la
conclusión que debemos ser guerreros, pero guerreros de la luz que
vayamos al frente de batalla para derrotar la oscuridad que nos llena
de tinieblas el corazón y el alma, invadamos la tierra del mal y la
ignorancia con tropas que solo sean de amor y sabiduría, lancemos
misiles de compasión y comprensión sin ninguna tregua, instauremos
un gobierno que sea expresión de justicia y equidad, que reflejen en
toda su magnitud el corazón humano. De esa manera al final no habrá
vencedores ni vencidos, ni muertos ni heridos, solo habrá hermanos
viviendo como humanos dejando que aflore en cada momento el afecto y
el amor como sublime expresión de la misericordia de Dios.
...para
los líderes de Arequipa
con
afecto
Dr.
Alfredo Zegarra Tejada
[Artículo
aparecido en el Boletín Informativo AQP HOY, de la Municipalidad
Provincial de Arequipa, diciembre de 2012.]