martes, 8 de mayo de 2012

La escritura continua

Uno de los mayores problemas que tienen los niños cuando están aprendiendo a escribir es la separación de las palabras. Todo lo quieren escribir junto. Y así lo harían si no fuera porque, a la par que aprenden a asignarle a cada sonido una grafía, aprenden también normas sobre el orden de la escritura. ¿Por qué? Porque el niño, que ha pasado los primeros años de su vida utilizando más que nada el lenguaje oral, quiere escribir, naturalmente, como habla, y, como es consabido, nadie habla haciendo pausas entre las palabras.

Sabemos cuándo algunos términos se escriben juntos y cuándo separados no porque así los pronunciemos, sino porque así los hemos visto escritos y porque así se ha convenido hacerlo. Y el problema trasciende edades. No solo son los niños que recién aprenden a escribir; también nosotros, los grandes, cometemos muchos errores de este tipo cuando nos ponemos a redactar; allí están, por ejemplo, los «o sea», los «sobre todo», los «en torno», que casi siempre los escribimos juntos cuando deben ir así, separados. Justamente, hace unos días compramos el libro Pálido cielo y otros relatos, de Alonso Cueto, con el sello de Editorial Norma, y nos dimos con la sorpresa de que en la solapa de la cubierta, donde aparecía una pequeña biografía del autor, se decía que el escritor peruano realizó un trabajo «entorno a la obra de Luis Cernuda» (sic). ¿Ese «entorno» no va separado? ¿Es que acaso no se refiere a «acerca de»?


Los lectores bien informados sabrán que esto, que ahora es un lapsus calami, fue antes, por mucho tiempo, lo más normal del mundo. Y es que, aunque cueste imaginarlo, al principio, en la escritura temprana, las palabras no se separaban; todo se escribía junto. La lectura era un rompecabezas. No fue sino hasta inicios del segundo milenio de nuestra era que recién se empezó a poner espacios entre los vocablos.

El homo sapiens existe desde hace 30 mil y 50 mil años, mientras que el escrito más antiguo data de apenas hace 6 mil años. Por ello es natural que la escritura primera haya estado enormemente influenciada por la cultura oral; que se escribiera y se leyera como se hablaba: todo junto y en voz alta. Sí, se leía así. «La lectura silenciosa era en gran parte desconocida en el mundo antiguo. Los nuevos códices, como las tablillas y los rollos que les habían precedido, se leían casi siempre en voz alta, tanto en grupo como en solitario.» La escritura espaciada y la lectura silenciosa son pues conquistas tardías.

Detrás de un «entorno» (junto, cuando debe ir separado) hay toda una historia que ustedes, caros lectores, deberían conocer.


José Manuel Coaguila

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