jueves, 21 de febrero de 2013

Genialmente idiotas


«A veces es difícil distinguir entre un genio y un idiota —me dice Fiorela Velazco Muñoz*—, así es que puedes estar tranquilo».
 
José Manuel Coaguila: Uf, qué alivio. Bueno, y ¿por qué la cosa es tan difícil?
Fiorela Velazco Muñoz: Para empezar, no cabe designar como dotado a un niño por el mero hecho de ser, por ejemplo, un excelente alumno, pues en algunos casos ocurre lo contrario: los últimos de la clase resultan siendo los genios. Cito a Jung: «El dotado —empieza a leer— puede inclusive caracterizarse por rasgos desfavorables: particular distracción, cabeza llenada de tonterías, haraganería, negligencia, desatención, mala educación, testarudez, e inclusive puede dar la impresión de ser un niño poco despierto. Por la observación externa a menudo resulta difícil distinguir entre un niño bien dotado y un débil mental.» Y esto lo dijo Jung hace más de medio siglo.
 
JMC: ¿Eso está en Conflictos del alma matinal?
FVM: Sí, claro, está al final, en el Apéndice, en el artículo El niño dotado.
 
JMC: Sobre la haraganería, verbigracia, el Premio Nobel Hesse dijo de sí mismo: «el literato Hermann Hesse; un holgazán, desperdiciador del tiempo, comodón y enemigo del trabajo, para no hablarle de otros vicios».
FVM: Lo mismo podríamos decir de muchos dotados; de los grandes filósofos, por ejemplo. Me parece que fue Hobbes quien dijo que «la ociosidad es madre de la filosofía».
 
JMC: ¿Un test de inteligencia no puede detectar a un genio?
FVM: Algunas veces sí; otras, no. Los test de inteligencia no miden ciertas capacidades; por ejemplo, el talento artístico. En el terreno que no cubre este instrumento florecen muchas mentes brillantes. Casi nadie es globalmente dotado. Puede ser que tengas un CI de más de 180 y que, sin embargo, presentes complicaciones en el campo moral, en el sentimental, en el interpersonal, etc.
 
JMC: Por ejemplo, Einstein, Neruda...
FVM: Claro. Einstein, como todos saben, no tuvo un comportamiento moral a la altura de su inteligencia, sobre todo con su familia, a la que muchas veces humilló. Y podríamos decir lo mismo de Neruda, quien, según he leído, se alejó de su mujer y su hija enferma (tenía hidrocefalia), y, lo peor, cuando se acercó, llevó a vivir a su amante a la casa que compartía con ellas. Schopenhauer también fue un hombre de muchas luces, pero en el aspecto interpersonal fue un fiasco: hirsuto, misógino, misántropo; incluso se llevaba muy mal con su madre.

JMC: Tengo entendido que ocurre a veces lo contrario; es decir, que personas retrasadas exhiben habilidades excepcionales en algunos campos.
FVM: Sí, es cierto. Estas personas son conocidas como sabios idiotas.Tienen retardo mental, o discapacidad mental, o lesiones cerebrales, pero aun así muestran signos de genialidad. Por ejemplo, en el cálculo matemático, pueden calcular mentalmente grandes números casi al instante.
 
JMC: También en otros campos, ¿no?
FVM: Por supuesto, también en otras áreas, como la memoria, la pintura o la música. Algunos sabios idiotas pueden interpretar una larga pieza musical luego de haberla escuchado una sola vez.
 
JMC: Un ejemplo de sabio idiota podría ser el escultor Alonzo Clemons, quien de niño sufrió una lesión cerebral producto de una caída. Él tiene un CI bajo y un desarrollo limitado del lenguaje, pero aún así ha hecho cosas geniales.
FVM: Sí, es uno de los casos más conocidos.
 
[Esta es parte de una larga e interesante conversación que tuve con la profesora Fiorela Velazco Muñoz, a propósito de un artículo suyo titulado La escuela y los niños dotados.]
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*Licenciada en Ciencias de la Educación. Actualmente cursa una maestría en Psicología Clínica Educativa, Infantil y Adolescencial.

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