«A
veces es difícil distinguir entre un genio y un idiota —me dice
Fiorela Velazco Muñoz*—, así es que puedes estar tranquilo».
José
Manuel Coaguila: Uf, qué alivio. Bueno, y ¿por qué la cosa es tan
difícil?
Fiorela
Velazco Muñoz: Para empezar, no cabe designar como dotado a un
niño por el mero hecho de ser, por ejemplo, un excelente alumno,
pues en algunos casos ocurre lo contrario: los últimos de la clase
resultan siendo los genios. Cito a Jung: «El dotado —empieza a
leer— puede inclusive caracterizarse por rasgos desfavorables:
particular distracción, cabeza llenada de tonterías, haraganería,
negligencia, desatención, mala educación, testarudez, e inclusive
puede dar la impresión de ser un niño poco despierto. Por la
observación externa a menudo resulta difícil distinguir entre un
niño bien dotado y un débil mental.» Y esto lo dijo Jung hace más
de medio siglo.
FVM: Sí,
claro, está al final, en el Apéndice, en el artículo El
niño dotado.
JMC:
Sobre la haraganería, verbigracia, el Premio Nobel Hesse dijo de sí
mismo: «el literato Hermann Hesse; un holgazán, desperdiciador del
tiempo, comodón y enemigo del trabajo, para no hablarle de otros
vicios».
FVM: Lo
mismo podríamos decir de muchos dotados; de los grandes filósofos,
por ejemplo. Me parece que fue Hobbes quien dijo que «la ociosidad
es madre de la filosofía».
JMC:
¿Un test de inteligencia no puede detectar a un genio?
FVM: Algunas
veces sí; otras, no. Los test de inteligencia no miden ciertas
capacidades; por ejemplo, el talento artístico. En el terreno que no
cubre este instrumento florecen muchas mentes brillantes. Casi nadie
es globalmente dotado. Puede ser que tengas un CI de más de 180 y
que, sin embargo, presentes complicaciones en el campo moral, en el
sentimental, en el interpersonal, etc.
JMC:
Por ejemplo, Einstein, Neruda...
FVM: Claro.
Einstein, como todos saben, no tuvo un comportamiento moral a la
altura de su inteligencia, sobre todo con su familia, a la que muchas
veces humilló. Y podríamos decir lo mismo de Neruda, quien, según
he leído, se alejó de su mujer y su hija enferma (tenía
hidrocefalia), y, lo peor, cuando se acercó, llevó a vivir a su
amante a la casa que compartía con ellas. Schopenhauer también fue
un hombre de muchas luces, pero en el aspecto interpersonal fue un
fiasco: hirsuto, misógino, misántropo; incluso se llevaba muy mal
con su madre.
JMC:
Tengo entendido que ocurre a veces lo contrario; es decir, que
personas retrasadas exhiben habilidades excepcionales en algunos
campos.
FVM: Sí,
es cierto. Estas personas son conocidas como sabios idiotas.Tienen
retardo mental, o discapacidad mental, o lesiones cerebrales, pero
aun así muestran signos de genialidad. Por ejemplo, en el cálculo
matemático, pueden calcular mentalmente grandes números casi al
instante.
JMC:
También en otros campos, ¿no?
FVM: Por
supuesto, también en otras áreas, como la memoria, la pintura o la
música. Algunos sabios idiotas pueden interpretar una larga
pieza musical luego de haberla escuchado una sola vez.
JMC:
Un ejemplo de sabio idiota podría ser el
escultor Alonzo Clemons, quien de niño sufrió una lesión cerebral
producto de una caída. Él tiene un CI bajo y un desarrollo limitado
del lenguaje, pero aún así ha hecho cosas geniales.
FVM: Sí,
es uno de los casos más conocidos.
[Esta
es parte de una larga e interesante conversación que tuve con la
profesora Fiorela Velazco Muñoz, a propósito de un artículo suyo
titulado La escuela y los niños dotados.]
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*Licenciada
en Ciencias de la Educación. Actualmente cursa una maestría en
Psicología Clínica Educativa, Infantil y Adolescencial.
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